Darío Hernández Cruz, es un hombre de 64 años de vida que ha encontrado en la fabricación de órganos, la motivación especial que le anima el alma y le hace sentir feliz.
Desde su pequeño terruño en Las Parras, perteneciente al municipio de Majibacoa, uno de los ocho municipios de la provincia Las Tunas, este animoso carpintero y artista dice seguir una tradición familiar.
De mi abuelo y mi padre lo aprendí, dice Darío, quién asegura que por estos lugares es muy común escuchar “Los Hernández Organeros”.
En sus cerca de 50 años de ajetreos entre maderas, martillos, tijeras, pegamentos, cepillos, plana y pitos, este apasionado hombre ha fabricado cerca de 30 órganos y el último de ellos es toda una novedad.
Darío y su órgano, "El Gallito". (Fotos: Angeluis/Tiempo21)Lo nombró El Gallito, solo mide un metro de alto por medio de ancho, su peso apenas sobrepasa las 100 libras y tiene las 62 piezas que tiene uno de tamaño normal, dice Darío, quién considera que es el órgano más pequeño de Cuba y quizás del continente americano.
Es pequeño, pero canta como uno grande, aseguró el inquieto fabricante de órganos , quién en el rústico taller de carpinterías en el pato de su casa bajo la sombra de una frondosa Salvadera, activó El Gallito para escuchar la melodía de las letras de las canciones El traguito, María Cristina, Mamá Inés, La Collera colorá, El brinquito, Cielito lindo y la mundialmente conocida Guantanamera.
“Los arreglos musicales los hacen en Manzanillo, localidad perteneciente a la provincia de Granma, pero las piezas las pico yo mismo a partir de recortes y cajas de cartón, desde luego estas más pequeñas que las de un órgano de tamaño normal y ya tengo hasta la fecha más de 20 números musicales para que sean comidos por El Gallito”, afirma Darío.
Además de cantar alto y claro, El Gallito de Darío, permite ser trasladado con facilidad hacia cualquier lugar y el hecho de funcionar con un sistema eléctrico o de forma manual brinda la posibilidad de animar fiestas o jolgorios en zonas urbanas o rurales.
El oficio de los Hernández ya suma a Marta Gómez Salas, esposa de Darío y al hijo mayor quien lleva el mismo nombre del progenitor, quién ya se especializa como técnico en la fabricación de órganos; por su parte el viejo Darío no pierde las esperanzas de que un día se puedan producir en serie esos “aparatos de música” para lo que está dispuesto a brindar sus conocimientos para que no muera la tradición de Los Hernández.