Sunday, January 09, 2011

Más de 380 mil niños haitianos viven hacinados


Un informe del Fondo Mundial de la Infancia de Naciones Unidas (Unicef, por su sigla enInglés) publicado este viernes reveló que en Haití, luego de haber transcurrido un año del sismo que ocasionó al menos 250 mil muertes; aún viven más de 380 mil niños hacinados en campamentos temporales con precarias condiciones de salubridad.

El texto presentado por el organismo multiestatal adscrito a la Organización de Naciones Unidas (ONU), indicó que luego del terremoto de magnitud 7 en la escala de Ritcher, "quedó significativamente afectada" la población infantil de este país caribeño, que ya estaba privada de sus derechos más básicos.

"Cuando ocurrió el desastre sólo la mitad de niños tenía acceso a la educación primaria, sólo una quinta parte llegaba a la secundaria y apenas el 2 por ciento de alumnos terminaba este nivel, en tanto que uno de cada cinco niños entre 5 y 14 años trabajaba", puntualiza el texto.

La portavoz del Unicef en Ginebra, Marixie Mercado, aseveró además que antes del sismo la situación con los servicios básicos también era precaria, ya que "sólo uno de cada cinco habitantes podía acceder a instalaciones sanitarias y además el indicador seguía empeorando".

A esto se suma que Haití es uno de los países con mayor desigualdad de ingresos y, según los datos vigentes antes del terremoto, la mitad de la población vivía con menos de un dólar al día; lo que significa que su recuperación es aún más lenta.

Según la Organización no Gubernamental (ONG) Oxfam, actualmente, en este país antillano hay más de un millón de personas en condiciones de hacimiento.

Las víctimas del sismo están repartidas en mil 200 asentamientos provisionales en todo el país. No obstante, muchos haitianos se han quejado en reiteradas ocasiones de la mala distribución poblacional entre los mismos, donde sólo 9 por ciento alberga a más de la mitad de las personas afectadas.

A pesar de estos datos, el Unicef resaltó como un "dato alentador" que en el 2010 no sepresentara un aumento de los niveles de desnutrición aguda en niños menores de 5 años; hecho que se atribuye principalmente a la acción de las organizaciones humanitarias que están laborando en el país.

Fuente: Telesur

Grupo infantil cubano La Colmenita actuará en México


Integrantes del grupo infantil cubano La Colmenita, embajadores culturales de Buena Voluntad de la Unicef, llegaron a Mérida para participar en los festejos por el aniversario 469 de la fundación de esta ciudad.

En lo que será su primera presentación en México, la compañía teatral y musical tiene previsto dos presentaciones: una mañana en el Parque de las Américas, en el centro de Mérida; y la otra, el domingo, en el Polifuncional Deportivo de la colonia de San José Tecoh, al sureste de la villa.

Durante sus actuaciones, ambas en espacios abiertos, el público asistente podrá interactuar con los pequeños y disfrutar del buen arte de este grupo, que tiene en su palmarés el reconocimiento y la aceptación de muchos niños en el mundo.

Rumania, España, Bulgaria, Turquía, Panamá, Portugal, Venezuela, Ecuador, República Dominicana, Alemania, Francia y Estados Unidos son algunos de los países testigos de la excelencia artística de los pequeños, que acumulan importantes premios y reconocimientos internacionales.

Entre ellos sobresalen el Premio de Honor en el Cubadisco 2009, el Reconocimiento al Mérito del Consejo de la Ciudad de Los Ángeles, Estados Unidos, entregado en 2003, y la Distinción "Lets Fly" del séptimo Festival Mundial de Teatro de Niños en Lingen, Alemania (2002).

Los orígenes de la compañía de teatro infantil "La Colmenita" se remontan a julio y agosto de 1989, cuando Iraida Malberti y su hijo Carlos Alberto Cremata dirigieron en la Base Náutica de la Casa Central de las Fuerzas Armadas de su país un gigantesco espectáculo acuático, titulado "Sinfonía para una Perla en Mar Mayor".

Desde entonces, casi una veintena de obras, a través de varias generaciones de niños y adolescentes cubanos, han representado en escena, entre las que se destacan "Cenicienta según los Beatles", "Elpidio Valdés y los Van Van", "La Cucarachita Martina", "Las Aventuras del Capitán Plín" y "Meñique".

Fuente: PL

Un acto atroz El líder de la Revolución Cubana comenta el atentado contra la congresista demócrata estadounidense Gabrielle Giffords y expresa que de


Una triste noticia se divulgó en la tarde de hoy desde Estados Unidos: la congresista demócrata por Arizona, Gabrielle Giffords, fue víctima de un atentado criminal mientras participaba en un acto político en su distrito electoral de Tucson. Al otro lado de la frontera se encuentra México, el país latinoamericano al que pertenecía ese territorio, cuando en una injusta guerra le fuera arrebatado más de la mitad de su extensión.

Por su árida superficie, muchos de los que emigran de México, Centroamérica y otros países latinoamericanos intentan escapar del hambre, la pobreza y el subdesarrollo a los que han sido conducidos esos pueblos por Estados Unidos. El dinero y las mercancías pueden cruzar libremente la frontera; los seres humanos, no. Sin hablar de las drogas y las armas que en una y otra dirección cruzan esa línea.

Cientos de miles de latinoamericanos, que en aquel país realizan los trabajos más duros y peor pagados, son capturados cada año y devueltos a sus puntos de partida, muchas veces separados de sus familiares más allegados. Ellos esperaban de la nueva administración una rectificación de esa política criminal e inhumana.

De acuerdo a las noticias recién llegadas, 18 personas fueron alcanzadas por las balas, y seis murieron, entre ellas, una niña de 9 años y el juez federal John Roll.

La congresista fue gravemente herida por un disparo en la cabeza. Los médicos luchaban por preservarle la vida.

Está casada con el astronauta de la NASA Mark Kelly. Fue electa por primera vez al Congreso en el 2006, a la edad de 36 años. “Es partidaria de la reforma migratoria, la investigación con células embrionarias y las energías alternativas”, medidas que detesta la extrema derecha.

Había sido reelecta como representante demócrata en las pasadas elecciones.

Preguntado su padre por la prensa si tenía enemigos, respondió: “Todo el Tea Party”.

Se conoce que la ex candidata a la vicepresidencia de Estados Unidos en las elecciones del 2008 y líder del Tea Party, Sarah Palin, publicó en su sitio web como objetivo para los seguidores de su partido, un mapa del distrito congresional de 20 de los representantes que habían apoyado la propuesta de reforma de salud del presidente Obama, y los tenía marcados con la mirilla de un fusil.

El contrincante de la congresista Gabrielle Giffords, era un ex marino que en la campaña electoral apareció con un fusil M-16 en un mensaje, cuyo contenido según se informa era: “Ayuda a sacar a Gabrielle Giffords…Dispara el cargador completo de un M-16 automático con Jesse Kelly.”

En marzo de 2010 la oficina electoral de Gabrielle fue atacada. Ella declaró que cuando la gente hacía eso se tiene que dar cuenta de sus consecuencias; los líderes políticos deben reunirse y decir el límite.

Cualquier persona sensata podría preguntarse si un hecho como este ocurrió en Afganistán o en un distrito electoral en Arizona.

Obama declaró textualmente: “Es una tragedia incalificable, un número de estadounidenses fueron baleados…”.

“Y mientras seguimos investigando, sabemos que algunos han fallecido y que la representante Giffords está gravemente herida…”.

“Aún no tenemos todas las respuestas. Lo que sabemos es que un acto de violencia tan insensato y terrible no tiene cabida en una sociedad libre...”.

“Pido a todos los estadounidenses unirse a mí y a Michelle para tener a la congresista Giffords, las víctimas de esta tragedia y sus familias presentes, en nuestras oraciones.”

Es relativamente dramática y bastante triste su apelación. Hasta los que no compartimos en absoluto sus ideas políticas o filosóficas, deseamos sinceramente que no mueran niños, jueces, congresistas, ni ciudadano alguno de Estados Unidos de forma tan absurda e injustificable.

Es triste recordar que en el mundo están perdiendo la vida cada año muchos millones de personas, como consecuencia de guerras absurdas, pobreza, hambrunas crecientes y deterioro al medio ambiente, promovida por las naciones más ricas y desarrolladas del planeta.

Nos gustaría que Obama y el Congreso de Estados Unidos compartieran con los demás pueblos esas preocupaciones.

Fidel Castro Ruz

Enero 8 de 2011

9 y 11 p.m.

Fidel en La Habana


Ciro Bianchi Ross • digital@juventudrebelde.cu
8 de Enero del 2011 20:23:31 CDT

La Habana vivió una semana de espera apasionada. Desde el 2 de enero careció de día y hora fijos la entrada de Fidel a la capital. Parecía que su arribo ocurriría en cualquier momento y las agencias de prensa contribuían no poco a la confusión, pues las noticias que transmitían lo daban indistintamente a bordo de un avión que haría inminente su llegada o, al frente de la Caravana de la Libertad, lo situaban a las puertas mismas de la ciudad. El héroe de la Sierra Maestra, que había sido capaz de derrotar a las fuerzas armadas de la tiranía, quedaba ahora, en su avance desde Santiago de Cuba hacia el occidente de la Isla, prisionero de una marejada desbordante que quería demostrarle su cariño.

Se rompían los horarios. No valían las rutas trazadas. Apenas podían hacerse predicciones. En Bayamo, donde estuvo el puesto de mando contra la guerrilla, 2 000 soldados y oficiales de la tropa derrotada se sumaban a las huestes de la victoria. Hitos obligados del recorrido eran las capitales de provincia a lo largo de la Carretera Central. En dos ocasiones, sin embargo, Fidel insistió en salirse de esa vía. En Las Villas, puso rumbo al sur a fin de saludar al pueblo de Cienfuegos, escenario del alzamiento del 5 de septiembre de 1957; en Matanzas buscaba el norte y en el cementerio de la ciudad de Cárdenas depositaba una ofrenda floral en la tumba del líder estudiantil José Antonio Echeverría, muerto cuando los sucesos del asalto al Palacio presidencial. En Camagüey, Santa Clara, Catalina de Güines, San José de las Lajas… el cálido abrazo popular atascaba el avance rebelde. Ciudades y villas reclamaban el derecho de ver y escuchar al Jefe de la Revolución.

En sus discursos, Fidel apenas aludió al pasado; a los años de sacrificio que empezaban a quedar atrás, sino que montado en la cresta palpitante de los acontecimientos se proyectó hacia el futuro y previno contra un optimismo fácil. La guerra, ciertamente, había acabado, aseveraba, pero empezaba la Revolución y un difícil camino de progreso y reformas se abría para el país. El destino de la patria no podía ser escamoteado nuevamente, advertía. En cada encuentro con su pueblo, el Comandante en Jefe echaba las bases de la nueva organización administrativa, llamaba al orden a las Milicias, apelaba a los mandos militares. Cuba entraba en una fase de reconstrucción y se imponía asumir la tarea con sentido de la responsabilidad. A la caída de la tiranía, había llamado a la huelga general revolucionaria a fin de dar al traste con las pretensiones de continuar el batistato sin Batista. Llegaba la hora de retornar al trabajo, de que los comercios abrieran de nuevo sus puertas, de que el país se normalizara.
Visita al Granma

Llegó así el 8 de enero. Los habaneros, inmovilizados frente a los televisores, esperaban el momento de volcarse a la calle para saludar a los rebeldes. De balcones y ventanas colgaban banderas cubanas y la enseña roja y negra del Movimiento 26 de Julio. Las mujeres lucían en su vestuario los mismos colores, perseguidos hasta poco antes. El Cotorro, a unos 30 minutos del centro de la ciudad, depara a Fidel una sorpresa enorme. Allí está su hijo Fidelito, vestido de verde olivo, y el comandante Juan Almeida lo alza hasta el vehículo militar en que viaja el Comandante para que padre e hijo se fundan en un abrazo.

En automóvil va Fidel desde el Cotorro hasta la Virgen del Camino. Aborda allí un yipi para internarse en la ciudad. Lo acompaña el comandante Camilo Cienfuegos y en rastras, autos, camiones y vehículos militares de todo tipo lo sigue su tropa. Son gente joven en su mayoría. Muchachos del campo que nunca antes estuvieron en La Habana y que contemplan rascacielos y avenidas con ojos de asombro, como cohibidos, con una sonrisa tímida esbozada tras las barbas legendarias.

Fidel está en la ciudad y repican las campanas de las iglesias, suenan las bocinas de los vehículos, los barcos surtos en puertos dejan escuchar sus sirenas. A todo lo largo del camino, a un lado y otro de la calle el pueblo se agolpa para saludarlo. Toma la caravana victoriosa la Avenida del Puerto. Frente al Estado Mayor de la Marina de Guerra permanece fondeado el yate Granma y el Jefe de la Revolución ordena un alto y aborda la embarcación. Disparan salvas las fragatas Máximo Gómez y José Martí. La comitiva se pone de nuevo en movimiento. A la altura de la Avenida de las Misiones dobla. Hará una segunda parada frente al Palacio presidencial para saludar al presidente Manuel Urrutia, que, junto a todos sus ministros, lo espera en la puerta de la mansión.

Suben a la segunda planta. Desde la terraza norte Fidel saluda a los que se han congregado frente a Palacio. Es una multitud compacta que se extiende desde los bordes mismos del edificio hasta el Malecón y el Castillo de la Punta.

Urrutia lo presenta. Dice:

«Cubanos: El Gobierno de la República, en el Palacio presidencial, ha abierto los brazos para recibir al gran líder de América, Fidel Castro Ruz. La democracia cubana se considera honrada con la presencia en el Palacio presidencial del gran héroe en la lucha contra la tiranía. Nuestro pueblo debe sentirse profundamente orgulloso de contarlo entre sus hijos. Es, sin lugar a dudas, el líder combatiente más abnegado de la historia… Después de derrocar la dictadura con su esfuerzo admirable no ha tomado el poder en sus manos, sino que lo ha puesto en manos de un hombre en quien él tiene fe.

«Cubanos: Nosotros juramos que sabremos hacernos dignos de ese gesto del gran líder de los cubanos. Con ustedes Fidel Castro Ruz».
Nuestras montañas invictas

Tiene Fidel que esperar a que se acallaran los clamores de júbilo para empezar a hablar. Como lo había hecho desde Santiago de Cuba y a lo largo de todo el recorrido, no quiere hacer un discurso sino, sin gestos ampulosos ni teatrales, conversar con el pueblo de tú a tú en un diálogo de amigo a amigo, de compañero a compañero.

«Este edificio nunca me gustó y me parece que no le gustaba a nadie», dijo Fidel, risueño. «Lo que más yo había subido fue ahí a ese muro, cuando era estudiante», añadió y señaló hacia el lienzo de muralla cercano a la mansión del Ejecutivo que en cierta ocasión le sirvió de tribuna para denunciar la corrupción oficial.

Prosiguió: «Ustedes quisieran saber cuál es la emoción que siento al entrar en Palacio. Les voy a confesar mi emoción: exactamente igual que en cualquier otro lugar de la República. No me despierta ninguna emoción especial. Es un edificio que para mí, en este instante, tiene todo el valor de que en él se alberga el Gobierno Revolucionario de la República.

«Si por el cariño fuera, el lugar donde por motivo de hondo sentimiento yo quisiera vivir, sería el Pico Turquino. Porque frente a la fortaleza de la tiranía opusimos la fortaleza de nuestras montañas invictas».

Enseguida invitó al pueblo a que se trasladara al campamento de Columbia, sede del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de la tiranía y centro, hasta poco antes, del poder en Cuba. Añadió: «Ahora Columbia es del pueblo. Y que los tanques, que ahora son del pueblo, vayan a la vanguardia del pueblo, abran el camino. Nadie le impedirá la entrada y nos reuniremos allá».

Comentó el Comandante en Jefe que alguien, al ver aquella multitud concentrada frente a Palacio, había dicho que se requeriría de la protección de mil soldados para atravesarla.

«Y yo digo que no. Yo solo voy a pasar por donde está el pueblo. Dicen eso porque han visto tanta emoción y tanto entusiasmo que tienen miedo que nos vayan a dañar. Sin embargo, el pueblo tiene que cuidar de los revolucionarios.

«Voy a demostrar una vez más que conozco al pueblo. Sin que vaya un soldado delante le voy a pedir al pueblo que abra una fila. Yo voy a atravesar solo por esa senda, junto al Presidente de la República. Así, compatriotas, le vamos a demostrar al mundo entero, a los periodistas que están aquí presentes, la disciplina y el civismo del pueblo de Cuba. Abran una fila y por ahí marcharemos para que vean que no hace falta un solo soldado para pasar por entre el pueblo».

Salen Fidel y Urrutia a la calle y la multitud, en un gesto espontáneo, refluye hacia la línea de los edificios, se apretuja, se funde en una masa enorme. Avanzan el Comandante y el Presidente y detrás de ellos vuelve a cerrarse el cuadro.
Lluvia de papel

La Caravana de la Libertad se pone otra vez en movimiento. Alcanza el Malecón y tuerce por la Avenida 23, camino de la Ciudad Militar de Columbia. Cada vez son más los que siguen al líder rebelde, pues la gente, lejos de conformarse con verlo pasar, se incorpora al impresionante desfile. Los turistas norteamericanos que se alojan en el hotel Habana Libre destrozan las páginas de los directorios telefónicos y, a la manera de Broadway, hacen caer sobre Fidel los finos pedazos.

Los corresponsales extranjeros acreditados en Cuba no salen de su asombro. Pese a que hay entre ellos gente muy avezada, que ha caminado mucho, ninguno recuerda haber visto nada similar en el ejercicio de su vida profesional. El reportero de la Columbia Broadcasting System lo reconoce explícitamente y eso que él presenció la bienvenida a los generales Eisenhover y Mc Arthur al finalizar la II Guerra Mundial, muy inferior en público y en calor humano. Jules Dubois, a quien le tocó «cubrir» los derrocamientos de Juan Domingo Perón, en la Argentina; Gustavo Rojas Pinillas, en Colombia, y Marcos Pérez Jiménez, en Venezuela, está estupefacto. «Es el espectáculo más extraordinario que he visto en mis 30 años de periodista» asegura, y otro reportero norteamericano expresa que lo que está viendo es muy superior al recibimiento del general De Gaulle en París tras la liberación.

No había en Columbia soldados que impidieran la entrada del pueblo. La masa enorme, adueñada del polígono militar, daba fe de la magnitud de la victoria. Asisten también soldados y oficiales del ejército derrotado.

Comenzó Fidel sus palabras. En su hombro izquierdo se posaba una paloma blanca. Es un instante de emoción. El héroe de la guerra se desdoblaba en conductor de pueblo.

«El pueblo, el pueblo ganó la guerra. Esta guerra no la ganó nadie más que el pueblo… Y por tanto, antes que nada está el pueblo».

En su histórica alocución, el Comandante en Jefe señaló los deberes de los revolucionarios, hizo un llamado a favor de la paz y recalcó la necesidad de que todas las fuerzas que lucharon contra la tiranía se unan para trabajar juntas a favor del pueblo cubano.

En medio de una ovación frenética concluyó Fidel sus palabras. Era ya de madrugada y le pidieron que se quedara a dormir en lo que hasta días antes había sido la residencia de Batista. No aceptó la propuesta y fue a descansar a un modesto hotel de la calle Monserrate, en La Habana Vieja, donde solía alojarse en sus días de estudiante universitario.

Enseñarán por TV en Cuba cómo construir una casa


La televisión cubana transmitirá a partir del domingo un curso sobre cómo construir una casa, nueve meses después de que se autorizara a los cubanos a hacerlo con esfuerzos y recursos propios, informó este sábado la prensa local.

“Con tus propias manos: Cómo construir y mantener tu vivienda” dará “a la población imprescindibles conocimientos sobre las acciones constructivas a realizar para la ejecución de nuevas viviendas o la rehabilitación de las existentes mediante el esfuerzo propio”, señaló el diario Juventud Rebelde.

El curso (24 clases), que también informará sobre “los requisitos legales” y “las principales regulaciones urbanísticas y arquitectónicas” que deben cumplir los cubanos, será transmitido por uno de los dos canales educativos de la televisión local, añadió el periódico.

(Con información de AFP)