Tuesday, September 26, 2006

Donde hubo fuego, ¿remover cenizas?

Mayte María Jiménez Tomado de Juventud Rebelde Digital
maytemaria@jrebelde.cip.cu

¿Siempre las segundas partes son malas? ¿Será oportuno tropezar dos veces con la misma piedra? ¿Resignación ante aquello de que «más vale malo conocido que bueno por conocer»?

Estas son algunas de las razones que, según varios encuestados por Sexo Sentido, se sopesan a la hora de reiniciar cualquier relación tras una o varias rupturas.

Para algunos, volver a esa persona es imprescindible, ya sea por costumbre o porque intentan convencerse a sí mismos de que vale la pena probar una vez más: tal vez no funcionó a la primera, pero si se reconocen y aceptan los defectos de ambos, todo marchará mejor, piensan estos individuos.

Otros, sin embargo, excusaron las ventajas de la reconciliación como «el punto cúspide entre atracción, conocimiento mutuo, necesidad común y confianza».

De cualquier forma, los especialistas en terapia de pareja afirman que reanudar una relación implica ciertos riesgos, dependientes en general de aquellos problemas que llevaron a la separación: infidelidad, diferencias psicológicas, de intereses, por problemas sexuales…

También influye la forma en que fueron manejados tales asuntos durante la separación: Cada conflicto tiene sus peligros, y la incertidumbre de que quizá se repitan en el segundo intento es muy difícil de ignorar.

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Para que la pareja funcione bien tras un recomienzo, es necesario realizar varias transformaciones en el modo de llevarla, sobre todo al enfrentar conflictos cotidianos.

Y no solo durante ese período de lejanía en el que aún se mantiene el vínculo emocional, sino también a partir de la nueva conciliación, afirman los expertos.

Tales cambios deben establecerse sobre una base afectiva, y cada miembro de la pareja debe ser honesto, en primer lugar, con sus sentimientos y modo de pensar. Es importante resaltar los puntos en común, aquello que los hace sentirse identificados, así como aceptar los desacuerdos que fueron modificados tras una reflexión.

En esta nueva etapa, la seducción es otro aspecto elemental. Las relaciones deben reiniciarse con una etapa de cortejo, y con ella la posibilidad del reenamoramiento. De lo contrario, destacan los especialistas, es muy fácil caer en el círculo vicioso de un amor «inseguro», donde reina la desesperación y el temor a «romper las cadenas», por miedo a quedarse solos.

Quizá por ello muchas personas aseguran que el amor es para los valientes: en él siempre está presente el riesgo de equivocarse o sufrir, por lo que es recomendable ser optimistas y prepararse para salvar lo que sea posible en cada ocasión.

En la batalla por llevar adelante y superar los obstáculos que debe enfrentar toda pareja, no puede perderse de vista que cada sujeto tiene derecho a la felicidad.

«Haces el intento, pero si ves que no funciona o va en contra de tus preceptos (como la no manipulación, la autonomía, el derecho a la ternura…) y que no te evalúan por tus méritos, entonces lo más sensato podría ser la separación, pues hay principios que no son negociables».

Así lo afirma Walter Riso, psicólogo colombiano y experto sexólogo, quien asegura que cuando una relación afecta los valores de una persona, es preciso analizar cuán dolida ha quedado tras la ruptura, y valorar la confianza que aún le queda por el otro.

«No se trata solo de buenas intenciones: Hay que sentarse a reflexionar y sopesar las probabilidades de éxito en caso de una reconciliación», destaca el especialista en uno de sus artículos consultados en Internet.

¿DORMIR CON EL ENEMIGO?

Muchas personas no comprenden por qué terminó una relación que creían basada en el amor, o al menos en lo que ellas entienden por tal sentimiento. En esta definición, explica Riso, muchas veces se confunde el amor completo con una atracción fugaz, e incluso con un capricho.

Quienes idealizan el «amor», se vuelven adictos a él y a la sensación que produce. Tienen una posición fluctuante —un día quieren volver, al otro no, — que genera en la otra persona desespero e inseguridad. Incluso asocian el amor al sufrimiento, y lo confunden irracionalmente con pasión.

Cuando alguien está bien en la pareja, todo fluye y no hay oportunidad de pensar en una separación, aun cuando la relación no sea perfecta, reconoce Riso.

«En la convivencia hay momentos buenos y malos, pero si hay un buen clima afectivo, las desavenencias se asimilarán y no habrá reproches», asevera.

En su libro Ama y no sufras, el experto recuerda algunos principios que deben regir la amistad en la pareja, recomendaciones muy sensatas que ayudan a mantener el equilibrio. Entre ellos destaca la necesidad de ser compatibles —no iguales— en puntos básicos, como los valores, la ideología o la dignidad.

No se trata de idolatrar, sino de admirar; de saborearse —no venerarse—, de forma mutua y equilibrada. Amar justa y dignamente es una convivencia definida por el intercambio amistoso, lo que no significa convertir la relación en un proceso mercantilista en el que se lleve contabilidad de activos y pasivos por cada gesto o acción del cónyuge.

Pero la amistad no puede existir sin confianza, sin esa seguridad de que estamos en buenas manos. «Es imposible vivir en la duda y en la incertidumbre. No es cuestión de taparse los ojos, pero sí de alcanzar la convicción de estar resguardado».

Entonces, si alguien decide retomar su vida junto a otra persona que ya daba por perdida, debe estar convencido de que esa pareja es su cómplice, no su alma gemela ni su peor adversario.

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