Wednesday, December 06, 2006

Un tunero rey del danzón


Por Juan Morales Agüero

Aunque desde hace varios años ya no está físicamente entre nosotros, Barbarito Diez continúa recreando con su inigualable voz la cadencia del danzón, el baile nacional de Cuba. A los artistas de su estirpe no los acalla ni la muerte. Son, sencillamente, inmortales. Como le escuché decir hace poco a uno de sus múltiples admiradores: “ Barbarito es como Carlos Gardel: ¡todos los días canta mejor!”
Llamado con justo acierto El Príncipe del Danzón, Barbarito vino al mundo el 4 de diciembre de 1909 en la localidad de Bolondrón, en la occidental provincia de Matanzas. Pero desde los cuatro años de edad sus padres lo trajeron a vivir a Manatí, uno de los ocho municipios que conforman hoy provincia de Las Tunas. En esa comarca le dio cauce a sus primeras inclinaciones musicales como aficionado. Por cierto, fue su maestra de primaria quien lo “descubrió”, al admirarse de la manera en que aquel niño cantaba el Himno Nacional.

Sus contemporáneos en la pequeña localidad tunera recuerdan todavía, nostálgicos, a aquel negro de afinadísima voz que ofrecía serenatas bajo los ventanales a las jóvenes del pueblo en nombre de sus enamorados. Era solo el comienzo de una carrera artística llamada a brillar con luz propia durante más de medio siglo tanto dentro como fuera de Cuba.

En 1930, Barbarito pasó a residir en La Habana. En la capital cubana probó suerte con un popular trío, del que formaron parte, además, Isaac Oviedo y Graciano Gómez, dos de los grandes de la trova tradicional criolla de todos los tiempos. A pesar de su carácter sobrio y tranquilo, conquistó los escenarios capitalinos y se puso de moda entre los bailadores de la época. Su nombre comenzó a mencionarse por todas partes y a escucharse en las victrolas.

Poco después, se trasladó para la orquesta típica de Antonio María Romeu, donde popularizó números tales como Lágrimas Negras, Mercedes y Santa Cecilia, algunos de ellos de su propia inspiración. Por entonces no había victrolas ni repertorios que no incluyeran sus más sonados éxitos. Al morir Romeu, Barbarito se quedó en la agrupación musical, la cual pasó a llamarse Orquesta de Barbarito Diez.

Con este grupo recorrió varios países, entre ellos Colombia, Puerto Rico, República Dominicana, Estados Unidos y Venezuela. El salsero caraqueño Oscar D´León, por ejemplo, confiesa ser uno de sus mayores fans. Durante más de medio siglo interpretando nuestro baile nacional, Barbarito grabó 30 discos de larga duración e hizo bailar a generaciones de cubanos de todas las edades.

Cuba en general, Las Tunas en particular y Manatí en especial se sienten orgullosos de tener entre sus hijos a una figura de la talla de Barbarito Diez, sin dudas uno de los artistas de más talento y cualidades de todos los que han desfilado por un escenario, quien nació un día como hoy del año 1909.







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