Monday, November 27, 2006

Pánico en El Ocujal



.Durante la última contienda anticolonialista, iniciada el 24 de febrero de 1895, Máximo Gómez infligió una inesperada derrota a los españoles en El Ocujal, territorio actual de Majagua

Por Félix Jorge Guerrero Vega...pERI{ODICO INVASOR CIEGO DE AVILA.
Ilustró: R. Alfonso

Las fuerzas al mando del General en Jefe libraron la brillante Campaña de La Reforma en un reducido espacio. Decidió ejecutarla el general Máximo Gómez en una región que conocía a la perfección, donde asentó su casa cuando la Guerra de los Diez Años y le nació su hijo Panchito.

El área seleccionada limitaba, por el norte, con el camino de Morón a Chambas; al sur le quedaba la franja pantanosa de la costa; la Trocha militar de Júcaro a Morón en el extremo este, y los ríos Jatibonico del Sur y Jatibonico del Norte le servían de tope al oeste. Pero el Generalísimo operó, casi siempre, en una zona más reducida, de aproximadamente 70 kilómetros cuadrados, situados entre La Gloria, El Jíbaro, La Majagua, Piedras, Arroyo Blanco, Jatibonico e Iguará.

Su concepción de la Campaña quedó clara cuando le expresó al general Freyre de Andrade: "Si voy para La Habana, se acaba la guerra en Occidente y le doy el gusto a Weyler (…) y en cambio, si me quedo aquí, obligo a Weyler a venir a buscarme, y como tiene mucha gente en trochas y líneas militares que torpemente sostiene (…), tendrá que sacar soldados de Pinar del Río, Habana, Matanzas y Sagua para perseguirme. De esta forma las fuerzas en estos territorios tendrán respiro (…)."

Durante esta campaña las fuerzas a su mando oscilaban entre 3 500 y 4 000 efectivos, sin embargo, el mando español contaba en este espacio con más de 40 000 soldados con el mejor armamento de la época.

La Campaña de La Reforma se inició el 27 de enero de 1897 con el ataque al poblado de Arroyo Blanco, y se extendió contra Weyler hasta octubre. Lo sustituyó el general autonomista Ramón Blanco, al que Gómez enfrentó hasta finales de enero de 1898. Decidió este oficial trasladar sus operaciones hacia el valle del Cauto, en la entonces provincia de Oriente, luego de haber fracasado como el anterior en sus intentos de derrotar al General en Jefe.

Blanco envió numerosas fuerzas para perseguir a Gómez, sin embargo, resultaron infructuosos los esfuerzos por derrotarlo. La activa y profunda exploración y la movilidad combativa de los mambises les permitieron desgastar, de forma sistemática y con métodos certeros, a sus perseguidores, evadirlos cuando eran muy fuertes y batirlos cuando las circunstancias lo aconsejaban.

De lo efectivo de esta táctica da prueba el combate de El Ocujal, lugar situado al norte del actual municipio de Majagua. La acción ocurrió el 29 de noviembre de 1897. Se produjo un inesperado encuentro por fallas en la seguridad durante la marcha de ambos contendientes. Gómez reaccionó antes que su adversario y cargó de forma sorpresiva sobre la vanguardia enemiga, como era característico en su actuar.

Rincón de Guano, punto cercano a Los Hoyos, servía de campamento al Cuartel General. Ese día fresco de noviembre Gómez dio la orden de partir.

Lo acompañaban su Estado Mayor y 50 soldados de su escolta. En aquel sitio queda el coronel Armando Sánchez Agramonte al mando del resto de su tropa. Las fuerzas del dominicano marcharon por el camino de Río Grande con rumbo norte. Al llegar a la finca de El Ocujal la vanguardia pasó adelante.

El sargento de la escolta, Sacramento Barreto, que cubría este sendero, hizo fuego a una columna enemiga que venía en sentido contrario. Era un momento terminante, no podían titubear. Si flaqueaban y retrocedían, el enemigo superior en efectivos se les echaría encima y les tomaría el factor sorpresa.

El General en Jefe gritó: "¡A la carga!" Y fue el primero en disparar su revólver. Todos lo siguieron con ímpetu, y la fuerza peninsular resultó sorprendida, como no pudo contenerlos, retrocedió a desbandada. Las fuerzas mambisas los fusilaron a quemarropa, mientras ellos trataban de defenderse. Los winchésteres dispararon repetidamente, el machete causó sus estragos y cayeron unos tras otros los soldados españoles.

"Aquellos fueron momentos de decisión. Nuestros contrarios quedaron atónitos ante aquel arrollador empuje y el destrozo fue de una manera tal que revelarlo causaría risa. Es increíble el pánico de aquella fuerza española; solo presenciándolo se podía creer", narra el corneta del Generalísimo, comandante José Cruz y Pérez. Cuando el enemigo vino a darse cuenta, ya el General en Jefe, con parte de su pequeña fuerza, siguió tranquilamente su marcha hasta Palma de las Grullas, donde se le incorporó el Jefe de su Estado Mayor, Bernabé Boza, con el resto de la escolta, que se había quedado batiendo la desecha tropa enemiga, la cual retrocedió a Río Grande con sus muertos y heridos.

De los 80 efectivos que componían la columna española, sufrieron 33 bajas entre muertos y heridos, según partes de la propia prensa peninsular.

"Nosotros no tuvimos ni una baja. Esto parecerá increíble, pero es verdad, ¡sí, señor!" Así describe Boza en su diario sobre aquel acontecimiento en El Ocujal, que llenó de pánico a las huestes colonialistas, a la vez que demostró la táctica seguida por Gómez durante la guerra.

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