Friday, October 01, 2010

¿Qué hacer con los suegros?


MAYTE MARÍA JIMÉNEZ

Aceptar un apoyo de los familiares de la pareja es parte de la convivencia y relación.
La relación o convivencia con los padres de la pareja puede resultar para muchos una «batalla» aterradora. Incluso los refranes populares se refieren a esta experiencia con semejanzas dolorosas como que, si te diste un fuerte golpe en el codo, seguro que tienes «tremenda» suegra.

Sin embargo, convivir con ellos puede convertirse en una relación de encuentros agradables y propuesta de sabios consejos que ayudan a que todos se comuniquen sanamente.

Esta relación suegros-yerno/nuera como todo intercambio humano requiere marcar sus límites y prioridades desde el inicio, algo que no implica que cada uno sea menos importante o querido.

Se trata de buscar acuerdos que beneficien a ambas partes. En este sentido, los psicólogos aconsejan hablar claro, exponer las expectativas y fijar reglas sobre el modo y tipo de intervenciones que se desean.

Muchas veces la misma pareja es la que frena la posibilidad de marcar el territorio y poner un alto, perdiendo de vista una correspondencia de gestos y atenciones que apelan al respeto mutuo de las diferencias.

Por eso se señala que desde el primer momento es válido determinar cuestiones como cuánto tiempo la pareja pasará con cada una de las familias, ya sea en las vacaciones o fechas significativas.

Otro factor es la economía, que como en toda convivencia debe ser responsabilidad de cada uno de los miembros del hogar, en la medida de las posibilidades de cada quien, pues si aún la pareja es estudiante es preciso un poquito de comprensión.

La literatura especializada aconseja que en cualquier circunstancia es válido congeniar, desde el inicio, qué ayuda económica se recibirá o se destinará, y en qué condiciones, o hasta dónde la pareja joven le dará entrada a sus padres en la vida privada.

SUEGROS MILENARIOS

Este fenómeno compulsivo contra los padres de la pareja tiene lugar en la sociedad desde hace siglos. Su origen en una relación íntima muchas veces está marcado por una tensión apreciable entre nueras-yernos y los padres del cónyuge, sin aparente explicación.

Sin embargo, ello tiene una causa subyacente, que según los especialistas puede responder a una llamada disputa de poder, dada por el miedo de los progenitores a perder el afecto de sus hijos.

Otro factor es la presencia de críticas mutuas de las familias de origen, situaciones límites que no ayudan en la confrontación de la pareja, y que se desarrollan desde la etapa de noviazgo.

A partir de entonces muchos desean quedar bien con los futuros suegros, y en este proceso tienden a involucrarse demasiado con ellos. Sucede que para cuando se planea conformar un hogar, es muy difícil establecer una independencia y se desenlazan los conflictos.

A ellos, y en particular a la suegra, no hay por qué verlos como personajes negativos, o como muchos los denominan, «los malos de la película».

Por el contrario, algunos terapeutas de pareja coinciden en que estos pueden constituir un punto de equilibrio en la relación, que alivia las tensiones: una «mano» amiga, no solo instrumental, sino también emocional.

Alguien que con sabiduría y experiencia podría ayudar en el cuidado y crianza de los futuros nietos.

INFORMACIÓN PREVIA

Conocer a la familia de la pareja es terminar de conocer a esa compañera o compañero, pues las personas reproducimos costumbres, tradiciones y valores que han sido heredados y permiten comprender algunas actitudes de la otra persona.

Pero en este conocimiento no se puede perder la perspectiva individual de cada pareja, ya sea emocional, familiar o económica. Según expone el doctor cubano Miguel Ángel Roca Perara, especialista en Psicología en esta interrelación hay que valorar la posición de más de un factor.

Por ejemplo el hijo, denominado sandwich en la literatura especializada, por estar en el centro de dos fuerzas, deviene catalizador de los conflictos directa o indirectamente.

Él conoce bien los aspectos críticos y conflictivos de sus padres, asimila que son invasivos en su vida personal, en ocasiones censores implacables, pero al mismo tiempo les destaca su papel de absoluta dedicación y sacrificio.

Otra protagonista, señala el doctor Roca Perara, es la persona enamorada de ese sujeto hijo. Alguien generalmente con impulso y afán posesivo sobre su pareja, que anhela la independencia, y desea imponer sus criterios.

Al colisionar estas fuerzas el impacto resulta ser violento, y la balanza de la relación de convivencia se desnivela por una de las dos partes.

PREGUNTAS Y RESPUESTAS

Los problemas se deben manejar y resolver entre la pareja. Puede que circunstancialmente funcione tener a la suegra como aliada, pero si al surgir nuevas dificultades ella se atribuye los mismos derechos, podría debilitarse la relación al entrar en una etapa de conflictos.

Es cuestión de ponerse de acuerdo y evitar que los padres interfieran sobre los espacios que compartirá la pareja. No significa sobreponer a los padres en la relación, o por el contrario, hacer alusiones despectivas que impliquen desconsideración o menosprecio.

Aceptar un apoyo de los familiares de la pareja es parte de la convivencia y la propia relación. Ello implica tener un freno en el abuso de esa ayuda, algo que comúnmente no sucede y que conlleva a nuevos pasajes desagradables.

Aunque para muchos la solución mágica es vivir independientes, esta no es una posibilidad inmediata para la mayoría de las parejas, especialmente las más jóvenes, que se ven mediadas por contextos económicos o sociales que no lo permiten.

Si la pareja ya decidió o desea pasar a un estadio mayor en el compromiso, y tiene la posibilidad de vivir esa unión al lado de sus padres, el respeto es la clave, la herramienta indispensable y esencial en la convivencia humana.

La relación con los suegros puede vivirse como el descubrimiento de esa nueva familia que decidimos formar, un acercamiento y aprendizaje de nuestra pareja, y de todo aquello que la hizo perfecta para nosotros.

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