Costumbres
"Dale agua al dominó"
LOURDES ORDEÑANA DEL RÍO
Caminando por una de las calles del Vedado, en la capital de Cuba, escuchamos una frase que nos hizo parar en seco: "¡Estás agacha´o!" Echamos un vistazo; en realidad, no divisamos a alguien en esa posición. Y nuevamente retumbó otra voz: "A virarse, me pegué". Entonces nos dimos cuenta que se trababa de un grupo de personas, algo bulliciosas, de contagioso júbilo, reunidas bajo la sombra de un árbol, y alrededor de una mesa con cuatro cajones de madera. Simplemente jugaban dominó.
Este pasatiempo se convirtió, desde hace muchos años, en un amigo casi inseparable de una considerable parte del pueblo, posiblemente el más practicado de todos. Comienza el juego, que puede generarse en esquinas, portales, balcones, patios de las casas, parques… Se sienten exclamaciones y expresiones describiendo lo bien, o mal que les está yendo a los jugadores. Y, en la medida que avanza, se percibe cómo van subiendo los niveles de emoción. En ese momento, cosa que no debe ocurrir, se olvida una máxima fruto de la imaginación popular: "El dominó lo inventó un mudo". Otros prefieren peñas más tranquilas.
Y como ser el mejor no garantiza la victoria…
"Precisamente la intervención del azar hace del dominó un juego tan popular, los alumnos le ganan a los profesores, los malos a los buenos jugadores, los pocos ilustrados a los cultos", indicó José Gustavo Carballeira Alonso en su libro "El dominó ¿saber o suerte?", publicado por la Editorial Oriente, en Santiago de Cuba, 1988.
SACANDO LAS FICHAS
El juego de dominó, según información encontrada en la Enciclopedia Libre Wikipedia, es un entretenimiento de mesa en el que se emplean unas fichas rectangulares, generalmente blancas por la cara y negras por el envés, divididas en dos cuadrados, cada uno de los cuales lleva marcados los puntos. Se fabrican de diferentes materiales, aunque los más frecuentes son de madera o pasta.
Los cubanos usamos dos variedades: el llamado "completo", que consta de 55 fichas que van del doble blanco al doble nueve (al parecer más atractivo); y el "sencillo", con 28 fichas y que llega sólo al doble seis (más utilizado en las regiones orientales de nuestro país).
Se puede jugar individualmente (a la guerra), modalidad en la que suelen participar entre dos y cuatro personas.
Más interesante es hacerlo por parejas. Cada uno de los integrantes de ellas se esfuerza por tratar de imaginar las fichas de sus oponentes y las de su compañero, que a su vez intentará favorecerlo, y procurará ayudarlo, al mismo tiempo que deberá desbloquear a las que se esté pasado. Asimismo hay que llevar las cuentas de las que van saliendo, y tratar de presentir las que posee el contrario, aunque esto en el de 55 fichas es más difícil, porque hay 15 de ellas sin jugar, durmiendo en las esquinas.
PARAFRASEANDO A LO CUBANO
Aunque se dice, ya lo señalamos al principio, que "el dominó lo inventó un mudo", la verdad es que durante una vigorosa partida salen a relucir rasgos esenciales de cubanía, ligados a nuestra idiosincrasia, tales como el refraneo, gestos y tono al hablar.
Dicha diversión ha creado una fraseología característica de nuestro pueblo. Ante un victorioso final, llega el tradicional grito: "¡Me pegué!". Entre las expresiones más populares se encuentran: "Me quedo ahí" (si se hace una jugada neutra colocando un doble); "Se agachó" (no matar una ficha de los contrarios); "Capicúa" (la pieza final puede ponerse por cualquiera de los dos extremos); "Dar agua" (virar y revolver para continuar); "Te voy a poner la fresca" (se coloca una ficha que resulta nueva en el tablero); "Se hizo el loco" (cuando se pone un seis); "Uña" (al colocar el uno); "Eres el rey del encajillo" (crítica al compañero cuando dio la posibilidad de que entre la ficha del rival), entre otras. ¡Ah! y no pueden faltar los llamados "sapos": los que se encuentran observando el desarrollo del juego desde afuera, comentando, y hasta en ocasiones descubriendo detalles. A veces se vuelven realmente insoportables. La envidia también ronda desde ahí…
OTROS APUNTES INTERESANTES
En Cuba se disfruta desde la época colonial, y en 1933 se desarrolla el Primer Campeonato de Dominó, en La Habana, auspiciado por la entonces Dirección General de Deportes.
También es conocido como una especie de "segundo deporte nacional" (a continuación del famoso béisbol)… ¡pero se practica más!
Es bastante difundido en los países latinoamericanos, particularmente, en el Caribe hispano (Venezuela, Colombia, República Dominicana, Puerto Rico, Panamá, México, Nicaragua, entre otros).
El hecho de existir muy poca bibliografía sobre el tema (y nos referimos al Manual del dominó, de O´Farrill), motivó a Carballeira a escribir el libro antes mencionado, en el cual señala:
"Hemos visto que en el juego de dominó hay tres aspectos esenciales: la suerte, la técnica y la psicología."
CAPABLANCA Y… ÚLTIMA DATA
Cuentan que el genial ajedrecista cubano José Raúl Capablanca (campeón mundial de 1921 a 1927) jugaba dominó, tanto a la "guerra" como en parejas. Y que en una ocasión, en la cual se impuso realizar un análisis, resultó capaz, una vez terminada la data, de volver a repartir las 40 fichas, colocarlas en el orden en que habían sido puestas, y comentar la jugada motivo de la duda. En 20 datas a la guerra solía ganar 18.
El dominó crea muchísimas amistades; esa es otra de sus características. Y en no pocas ocasiones… enemistades. Es que la mayoría de los que lo jugamos nos consideramos "expertos". Eso sin olvidar que los cubanos somos "sanguíneos". Hay que controlar los disgustos.
Un ejemplo en eso de no mortificarse: en el Cementerio de Colón se encuentra algo difícil de hallar en otro lugar del planeta. Hay una tumba con un doble tres, y en ella aparece inscripta la partida que causó el fallecimiento de una anciana, quien se contrarió cuando creyó que se pegaba y en realidad le contaron esa ficha.
Lo más importante no es ganar o perder. Es el ambiente que desprende, la perceptible energía positiva, el sano entretenimiento, el compartir con muchos, el entrenar la memoria, especialmente en el caso de personas de la Tercera Edad, muy dadas a este juego.
No desaprovechemos estos momentos de felicidad y solidaridad con nuestros semejantes durante una apasionada partida de dominó.
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