Thursday, October 26, 2006

Un cubanito prodigio



Por Mylenys Torres

Yo debo de haberle conocido desde mucho antes. Se impone así en el subconsciente aquello que uno quiere que suceda, lo que no se ignora, y que alegra, y agrada, y provoca…

De haberme puesto bien de acuerdo con mi sexto sentido habría asistido a su alumbramiento. Criaturas como él no nacen todos los meses, ni todos los años, ni ¡…!

Su nombre de niño es Pirri. Para cuando crezca le tienen reservado el Melquíades Hernández Garriga que a sus padres se les ocurrió ponerle. Ahora quiero presentárselo como lo que es: “Un cubanito prodigio.”

La entrevista pude habérsela hecho en EL Cornito, pues desde hace 2 años participa en el gran convite campesino que es la Jornada Cucalambeana, o en la Sala Covarrubias o en la Avellaneda del Teatro Nacional de Cuba, o en el mismo “Carlos Marx”, en cuyos escenarios ha actuado, junto al distinguido Grupo infantil La Colmenita.

Pero mi irresistible vocación por apasionarme me condujo hasta donde vive. Allá, donde las gomas y el amortiguador de cualquier auto logran mezclarse con la fatiga por los saltos y detectar que estás en un sitio alejado de la coquetería del asfalto con el bullicio.

En El Dátil, de Jobabo, a más de 30 kilómetros al sur de la capital provincial tunera, vive Pirri.

Es el único hijo del poeta Melquíades y la pintora Yanisel. Ellos nunca se decidieron por el arte, sino que prefirieron la humildad del campo y la bondad de la tierra. Pero con el pequeño las cosas serán distintas.

De eso no hay dudas cuando le escuchas contar al padre que “su tesoro”, con solo año y medio, repitió de manera perfecta una estrofa que le oyó decir, cuando sabes que no hay un día que deje de “encaramarse” en una mesa, en una carreta o en un saco de maíz para responderle a sus antojos de niño repentista.

Y es que este “cubanito prodigio” ya ha recibido halagos de verdaderos “hombres respeto” en el tema de la música campesina y la décima improvisada, como lo son Adolfo Alfonso y Alexis Díaz Pimienta y ha sido motivo de admiración de Dany Rivera y de otras personalidades de la cultura en Iberoamérica.

Pirri les ha tocado el corazón. También impacta al de su padre, sobre todo en las tardes, cuando le recibe corriendo, con su típica pachanguita y su traje de guajiro diminuto para robarle el cansancio y en su lugar, instalarle un verso.

Nuestro niño repentista, el más pequeño y creativo que se conoce hoy en Cuba, se sabe ya más de 70 décimas, adora los escenarios y dice no haber sentido nunca pena para cantar desde ellos. Dormido y despierto sueña con una Escuela de Arte, donde asegura que no extrañará a nadie porque andará con su guitarra.

Pirri nació el 6 de octubre del 2000. Siempre ha vivido entre cultivos y animales, por eso enyuga los bueyes y les da de comer a las gallinas. Pero todo siempre: cantando.

He aquí el auténtico reflejo de que la inteligencia y la picardía campesinas surgen espontáneamente. Pero pecaríamos de tontos si no desarrolláramos su talento.

Nuestro Pirri es la cubanía. Solo que luce un simpático rostro, unos ojazos inolvidables, un sombrero en miniatura, y tiene solo cinco años

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