Mar de nubes sobre el Mediterráneo
Las nubes me revelan algo de eternidad
con su paso en el viento de siempre y de jamás.
con su paso en el viento de siempre y de jamás.
Veo navegando nubes de alivio
qué alivio la infinita viajera en la visión.
qué alivio la infinita viajera en la visión.
Veo navegando nubes de alivio
qué alivio pasajera de la brisa, tu canción.
qué alivio pasajera de la brisa, tu canción.
Si
en el universo es posible establecer la noción de correspondencia,
probablemente uno de los ejemplos más elocuentes que existen al respecto
se encuentra en el mar y en el cielo, ese doble espejo en el que uno y
otro se asoman para mirarse mutuamente, ese “dolce color d’orïental
zafiro” de Dante que a su vez encuentra reflejo en Góngora: “Que espejo
de zafiro fue luciente”. El mar y el cielo que en el horizonte se
confunden y se mezclan, un punto de unión que por inalcanzable se
adivina simultáneamente inexistente pero posible.
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