Arriba a medio siglo un batallón de batas blancas
Si yo tuviera poder de decisión convertiría a Baracoa en un destino turístico campestre, fundamentalmente en la zona que va de la ciudad primada a Maisí. Las playas pequeñitas y de múltiples tonos, una vegetación exuberante y bella, harían que muchas personas se interesaran por un área libre de polución y poblada en algún por ciento, por descendientes de indios. Es un sitio agreste pero paradisiaco, propio para aquellos que gustan de vivir en una naturaleza que se lo da todo –o casi- a cambio del esfuerzo de hacer un fuego como los antiguos moradores del planeta, dormir teniendo a las estrellas por cielo y bañarse a la interperie, con las aguas del Río Miel, por ejemplo.
A Baracoa llegaron hace medio siglo ¡se dice fácil! un grupo de ocho médicos para inaugurar ese servicio en un lugar donde entonces no había luz eléctrica, ni teléfonos, las carreteras eran poquísimas y para sorpresa de Humberto Sainz, entonces un joven egresado de medicina, había personas con el cuarto molar, como se supone existía en el Medioevo. No descubro nada para el lector, pero le recuerdo que órgano que no se usa se atrofia, y esa pieza dental ya no tiene uso desde hace centurias de ahí que la inmensa mayoría de los humanos tengamos hasta un tercer molar.
De tal hallazgo me enteré conversando hace uno días con el Profesor Sainz, Jefe de la Sección de Anestesiología y UCIQ del Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular (ICCCV) desde 1976 y uno de los profesionales que este año celebran los cincuenta años de graduados como médicos.
http://www.cubadebate.cu/temas/salud-medicina/2013/07/11/arriba-a-medio-siglo-un-batallon-de-batas-blancas/
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