Sin flores el mundo sería un lugar triste
RONALD SUÁREZ RIVAS
LOS PALACIOS, Pinar del Río.— En un territorio reconocido por la producción de cultivos varios, y sobre todo los grandes planes arroceros, el campesino César Lugo sobresale por una actividad distinta. César siembra flores.
“DE ESTA MANERA APOYAMOS UNA ACTIVIDAD MUY SENSIBLE, PORQUE SERÍA MUY TRISTE QUE FALLECIERA UNA PERSONA Y NO HUBIERA FLORES PARA DARLE EL ÚLTIMO ADIÓS”, COMENTA CÉSAR.
Cuenta que comenzó hace alrededor de 30 años, cuando se decidió a plantar de flores los primeros "pedacitos de tierra" con el propósito de embellecer la finca, que llegaría a cubrir con ellas completamente.Por aquel entonces, César se dedicaba al cultivo de granos y hortalizas. "Incluso formaba parte de una cooperativa vinculada al movimiento de los 100 mil quintales —rememora. Pero teniendo en cuenta mis resultados, y ante la necesidad de flores que presentaba el municipio para asumir los servicios comunales, las autoridades me pidieron que incrementara la producción, y así lo hice".
Lo que había sido un simple entretenimiento, se convertiría a partir de entonces en una verdadera pasión. "Hasta aquel momento solo teníamos azucenas, pero con eso no era suficiente, de modo que me fui para La Habana con los compañeros de comunales y compré semillas de muchas otras variedades".
Así, a las plantaciones iniciales se fueron incorporando rosas, gladiolos, lirios, margaritas, girasoles, maribelas, a lo largo de 1,5 hectáreas de tierra.
Gracias a una atención esmerada la producción creció rápidamente hasta llegar a promediar unas 120 mil docenas anuales.
QUE NO FALTEN LAS FLORES"En el año 2008, teniendo en cuenta estos resultados, decidimos vincularnos al trabajo por cuenta propia y establecer una pequeña fábrica".
RAIMUNDO Y JUAN CARLOS APOYAN TANTO EN LAS LABORES AGRÍCOLAS COMO EN LA CONFECCIÓN DE ARREGLOS FLORALES, Y DE CORONAS PARA LOS SERVICIOS FUNERARIOS.
Desde entonces, a la par de las labores agrícolas, Cesar, junto a su hijo Raimundo y su sobrino Juan Carlos, se dedican a la elaboración de arreglos florales, y de coronas para los servicios funerarios."A veces estamos guataqueando y llega una solicitud, y ahí mismo hay que dejar lo que hacíamos para ponernos a preparar las coronas.
"De esta manera, apoyamos una actividad muy sensible. Imagínese que fallezca una persona y no haya flores para darle el último adiós", comenta César, y asegura en ese sentido haber recibido encargos de casi todo Vueltabajo.
"Hasta acá han llegado personas de Candelaria, San Cristóbal, Consolación del Sur, e incluso de San Juan y Martínez (a más de 80 kilómetros de Los Palacios)", afirma el campesino.
"Mensualmente promediamos entre 60 y 80 coronas, pero en ocasiones ha habido que hacer muchas más. Una vez nos tocó preparar 40 en un solo día.
"Es una tarea en la que hemos alcanzado gran destreza, por supuesto, manteniendo la calidad. En una oportunidad, nos midieron el tiempo que tardábamos en confeccionar una, y marcamos siete minutos".
Según Noel Ramírez, funcionario de la Empresa Municipal de Comunales, "ello ha significado un alivio grande para Los Palacios, porque varias veces en nuestra entidad no hemos tenido flores para los servicios funerarios, y gracias a su labor se ha podido resolver el problema".
UNA FORMA DE BRINDAR ALEGRÍAA pesar de ello, César advierte que sus plantaciones no solo están relacionadas con momentos tristes. "Aquí también acuden personas en busca de flores para ambientar fiestas de 15, bodas, para obsequiarle a la esposa que acaba de dar a luz, o simplemente para regalarle a una novia.
"No hay un solo día que no recibamos a alguien que demanda nuestros servicios", comenta.
Ello obliga a establecer una secuencia en el campo, a fin de que no existan baches en la producción. "Para ello es preciso crear semilleros y sembrar constantemente", explica Raimundo, el hijo.
"Además, debe tenerse en cuenta en qué época del año florecen las diferentes variedades. Por ejemplo, la siempreviva, la boquita de león o la extraña rosa, se dan mejor en invierno, mientras que la azucena, el lirio o la maribela, se ajustan más al verano.
"Nosotros mismos hemos aprendido a obtener las semillas, para no depender de nadie".
Las exigencias del cultivo, no han impedido que la familia continúe desarrollando la producción de alimentos dentro de las plantaciones de flores.
"Incluso nos hemos mantenido aportando frijoles, tomate y pepino a la cooperativa", señala Raimundo.
"Para ello, plantamos primero las hortalizas o los granos, y a la hora del aporque le echamos las semillas de cajigal o de girasol. De esa manera se aprovechan el riego y los fertilizantes, y se obtienen más beneficios en la misma área".
No obstante, los tres hombres confiesan que ninguna otra actividad les cautiva tanto como sembrar flores.
"Sin ellas, el mundo sería más triste", explica César. Por eso, creemos que este trabajo es una forma de brindar alegría. Yo enamoré a mi esposa hace mucho tiempo, regalándole flores, y todavía hoy, con 72 años de edad, se las obsequio".
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